martes, 14 de agosto de 2012

La solución




“Mamá nos dejará el dinero para la hipoteca este mes… bueno, los que hagan falta”. No puedo dormir. A cada vuelta en la cama, la imagen de Carmen diciéndomelo me hace más daño. Intento recordar a esa otra persona ahora tan lejana, esa especie de fantasma desvaído, aquel al que ascendieron en el trabajo por tantas horas de dedicación, el que hacía planes para los fines de semana, para las vacaciones, para reamueblar la casa, para cambiar de coche,… Todo me parece ridículo, inverosímil, ajeno. Nada tiene sentido. Me levanto y me voy al salón, como cada noche de todos estos últimos días. 

-        -  No te preocupes, Felipe, ya sabes que este dinero era para vosotros. Al fin y al cabo no tengo a nadie más y tú tampoco. El dinero, la casa,.. al final todo será para vosotros y las niñas.

      La imagino en el banco, ingresando el dinero: "Es para ayudar a mi yerno, el pobre".

Ahora viene todos los días, incluso cuando está averiado el ascensor sube hasta la quinta planta a pie. Es como si fuera uno de esos “hombres de negro” que dicen los periódicos que vendrán a vernos después del rescate.

-        -  ¿Has mirado en lo de las frambuesas, hijo?

Sí, madre, he m-i-r-a-d-o. Básicamente me han dicho que no sirvo para recoger frambuesas, que lo mío son las oficinas y agachado, a pleno sol, no aguantaría ni dos días. “Fíjate en esa rumana – me dijo convincente- recoge más en dos horas que tú en dos días, y encima, ya sabes, si hace falta algo más,.. lo hace”.  “¿Y en el almacén?”, le pregunté obviando su comentario. “En el almacén, la familia. La familia es lo primero”.

-        -  La familia es lo primero – confirma mi suegra.

Carmen no me entiende. No comprende cómo afecta a mi dignidad. “Ella insiste para que no te duermas, como te salió tan mal lo de la telefonía”. “Ser comercial así es perder todo crédito para el futuro; tienes que estar engañando a los clientes continuamente, ocultando información clave, dando largas,.. No podría volver a ejercer de comercial para ninguna otra cosa, ¿comprendes?”. “Ya - me dijo con condescendencia – ya”.

Me retuerzo por las noches buscando soluciones. He quitado del currículum todo lo que podría provocar rechazo en el empresariado. Incluso he sacado los restos de cemento de un saco y he metido las manos para curtirlas, para borrar los dedos de oficinista, para eliminar todo lo que pudiera delatarme.

Este es el último mes que podemos permitirnos tener internet. He aflojado las bombillas del salón salvo una. Por la tarde, mi suegra nos trae la cena. Entra a la cocina y cuando pasa por el salón me pregunta: “¿Cómo ha ido hoy?”, “He hablado con…”. Siempre he hablado con alguien, pero en realidad, hace ya unos días que no hablo con nadie. Ni siquiera salgo. Carmen se lleva a las niñas a la calle, a huir de la asfixiante realidad de nuestras paredes y sacarlas un poco. Yo le digo que iré a mirar  una cosa, da igual qué, me arreglo,  me retraso un poco mirando en internet, pero luego me quedo en el sofá mirando la televisión sin ver nada concreto, indolente, abatido, vencido.

Después de la pregunta-martillo, ella se asoma a la ventana, a esperar ver llegar  a su hija y a sus nietas, a saludarlas desde aquí arriba. Carmen está cansada de decirle que no saque tanto el cuerpo, que es un peligro, pero ella se ríe, “Cómo va a ser un peligro, a ver si te has pensado que soy un vejestorio”

Noto que se va adueñando de nuestro espacio a medida que yo empequeñezco. Y ella ahí, asomada, henchida como un pavo real, dueña de mi futuro, con su miserable pensión, pero con los ahorros que le dejó su marido -el que supo marcharse a tiempo-, su coche híbrido y silencioso (“Ni te enteras de que vas conduciendo, ¿verdad yerno?”), su piso con esa terraza enorme, la casita en la playa… todo lo que “algún día será vuestro”. Algún día. La miro volcada sobre el alfeizar, tan frágil. Entonces lo comprendo. Me levanto impulsado por la esperanza de acabar con mis problemas al fin y avanzo sigiloso hacia la solución.


4 comentarios:

  1. Jaaaaaaaaaaaaaaaajajajajaja, ay madre! estaba sufriendo con el relato (últimamente todo el mundo me hace sufrir con sus blogs) y te prometo que no me esperaba este desenlace. Igual no debería reirme pero... es que no me lo esperaba :D
    Me ha gustado mucho.
    Un besito.

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  2. Si, un poco de humor negro creo que se hace imprescindible. Un beso.

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  3. Y no hay mal que por bien no venga, eh?? ;-)
    Me ha encantado.

    Saludos!
    yapagalaluz.blogspot.com

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  4. Simplemente enorme. Real y crudo como la vida misma. Cualquiera podríamos ser Felipe.
    Y el final es sublime. Escoge tu propia aventura: ¿lanzó a la vieja o se tiró él? ¡Plas, plas, plas!

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